Tenía tres años, más o menos, mi sobrina Izaro. Venta de Juan Pito, un soleado día de invierno. Fuimos de comida familiar, y después de comer, toda la tropa de hermanos, cuñadas, hijos y sobrinos, salimos afuera a disfrutar de la nieve y el sol. Me senté en un columpio y mi sobrina en el otro a mi izquierda. Ella empezó a cantar una canción que entonces estaba de moda…“tenía taanto que daarte, tantas cosas que contaarte, tenía tanto amooor….guardado para tíiiii…”
El sol en la cara, la nieve a nuestros pies. Estuvimos un largo rato columpiándonos una al lado de la otra y cantando esta canción. Aquel rato de vaivén en su compañía, cantando a voz en grito una letra que ella entonaba tan bien, sin tener para ella ningún significado, y tanto para mí, me emocionó, haciendo que ese momento en el columpio, se grabara en mi memoria hasta el día de hoy. Y ninguna otra letra, de todas las letras del mundo,me hubiera emocionado tanto como esa, en aquel momento de mi vida. Era justa y precisa y echada al viento, como al azar, por la inocencia sabia de un ángel. Han pasado años y cada vez que veo a mi sobrina, recuerdo aquel mediodía, en un columpio, en su compañía. Nadie me consoló tanto.
Enero 2015
Se me ha puesto la carne de gallina al leerlo, k envidia me das!!!
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Sienta bien que hayas vuelto.
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