Me costó una fortuna propia y ajena, sentarme en aquel sofá de cuero blanco. Recuerdo que siempre era yo la que se sentaba primero, después entraba ella y se sentaba en otro sofá en ángulo recto con el que ocupaba yo. Cruzar y descruzar las piernas, recostarse hacia atrás, taconear en el suelo con el cuerpo inclinado hacia delante, echarme para atrás con los brazos cruzados….eran gestos que ella leía en voz alta para mí haciéndome reparar en el pensamiento que tenía en el instante en que mi cuerpo hablaba así. Al principio fue más difícil, aunque mi actidud fue siempre muy predispuesta a bucear en mí misma. Avanzando el tiempo, llegué a sentirme ansiosa por sentarme en aquel sofá, en el que llegue a pasar más tiempo que en el de mi casa. Hubo veces que no me salían las palabras o no las dejaba salir y hubo otras, que sin respiro desde que el reloj contaba, hablé y hablé sin filtros, sin pensar dos veces lo que decía, dejándome llevar.
La caja de pañuelos de papel que estaba colocada en una pequeña mesita auxiliar a mi izquierda, la utilicé absolutamente todas las veces que estuve allí, pero nunca me la acerqué. Me levantaba a coger un pañuelo cada vez que necesitaba enjugarme las lágrimas. Esto, el tener apartada la caja de pañuelos, fue una constante durante todo el tiempo que duró mi terapia y cuando ella amablemente me la acercaba, yo volvía a devolverla a su lugar como negando la evidencia de que la estaba utilizando. Estos detalles de autobservación que ella me facilitaba, sumados a las preguntas que me formulaba y el análisis de mis respuestas fueron el contenido de aquellas sesiones. No hubo consejos, no hubo juicios, escucha, empatía, intuición y sentido común salvaguardado por la distancia emocional implícita en una profesional. Y ese clima, al no tener que justificarme, defenderme ni reprimirme hizo que fuera lo que fuera lo que yo buscaba allí, finalmente lo encontrara.
En estos días, en que vuelvo a necesitar ordenar mi vida, recuerdo aquel sofá amigo , intento rescatar lo que allí aprendí y resumiendo mucho y sin ninguna intención de explicarlo, aprendí que soy capaz, que me ordenaré otra vez la vida.
Noviembre 2014